lunes, 23 de febrero de 2009

COMO MEJORAR UN SUELO DEFICIENTE EN SALES

EL PROBLEMA DE LA SALINIDAD.

En las zonas áridas y semiáridas, como la del Sureste español, la salinidad constituye el principal factor limitante de la fertilidad de los suelos. En estas zonas, el riego es una práctica imprescindible y las lluvias son demasiado escasas como para arrastrar las sales lejos del alcance de las raíces, lo mismo que sucede en cultivos protegidos (invernaderos). En condiciones húmedas, las sales solubles originariamente presentes en los materiales del suelo y las formadas por transformación de minerales, son llevadas a capas inferiores, hacia acuíferos subterráneos y finalmente transportadas a los océanos.
La salinización de los suelos agrícolas como consecuencia de la práctica del riego constituye uno de los ejemplos más antiguos de contaminación del suelo. La tercera parte de las zonas de regadío mundiales se encuentran afectadas por contenidos salinos excesivos en la actualidad, y el problema tiende a crecer, ya que la expansión de los regadíos lleva al uso de suelos marginales hasta ahora no utilizados y a una sobrexplotación de acuíferos subterráneos cada vez con mayor cantidad de sales solubles. La salinidad de un suelo puede tener principalmente tres orígenes diferentes. En primer lugar que se trate de un asentamiento salino de por sí, es decir, suelos formados sobre yacimientos salinos, antiguas cuencas marinas, rocas que liberen gran cantidad de sales solubles, etc. En segundo término que exista una capa freática alta y con elevado contenido en sales, que acumula en el suelo cada vez que crece su nivel. Y en tercer lugar que la salinidad sea debida a los aportes salinos del agua de riego empleada (o a un aporte incontrolado de fertilizantes); esta última forma es la más grave y sobre ella podemos ejercer acciones de control.
Como norma general, los abonos sólidos empleados en fertirrigación son sales altamente disociables, es decir, en disolución se separan en sus correspondientes partes catiónica y aniónica (lo que ya sucede en los abonos líquidos) generando un incremento específico de la CE (ver Horticultura nº 128); ésto conlleva a un aumento de la presión osmótica de la disolución disponible en el entorno radical, lo que dificulta la absorción hídrica por parte de la planta. En multitud de libros se recogen tablas de sensibilidades, tolerancias y resistencias de diversos cultivos a la salinidad en función de la CE, en este parámetro no sólo hay que considerar la CE del agua de riego, sino que hay que añadir el incremento sufrido en la misma al adicionar los fertilizantes. De una manera muy genérica, ya que depende de numerosos factores (especie y estado fenológico, técnica de riego, sistema de cultivo, calidad del agua de riego, tipo de suelo/sustrato, condiciones climáticas, etc.) se puede considerar como idónea una CE total de 2-3 mS/cm, con un máximo de incremento de CE debido al abonado de 1 mS/cm.
CURVAS DE CE DE LOS PRINCIPALES ABONOS PARA FERTIRRIGACIÓN.
Estos valores de CE han sido determinados en laboratorio utilizando agua pura desionizada y concentraciones de abonos que abarcan los rangos reales empleados en fertirrigación, es decir, cantidades muy bajas de fertilizante en agua, las cuales han sido establecidas mediante balanza analítica de 0.0001 g de precisión.
El hecho de determinar estas curvas en agua pura en lugar de utilizar aguas de riego, obedece a que no existen patrones establecidos para las mismas, es decir, cada agua de riego presenta una composición distinta que interfiere, en mayor o menor medida, en los incrementos de CE ocasionados por la adición de fertilizantes.Los valores de CE presentados en las curvas no pueden ser trasladados directamente como aumentos de CE previstos en un agua de riego determinada, ya que éstos dependen directamente de factores intrínsecos del agua de riego, principalmente de su fuerza iónica y del tipo de iones presentes. En cualquier caso, estas curvas sí pueden emplearse de modo orientativo o aproximado y sirven para comparar los niveles de salinidad inducidos por cada fertilizante estudiado.Para poder establecer este tipo de comparaciones, resulta interesante tener en cuenta las equivalencias nutritivas de cada uno de los fertilizantes referidos.
Por ejemplo, una misma cantidad de nitrato amónico proporciona más del doble de nitrógeno que el nitrato cálcico. Cuando se persigue la dosificación exclusiva de este nutriente y los incrementos de CE pueden ser limitantes del cultivo, es preciso tener claro las cantidades relativas de cada abono necesarias para cubrir los requerimientos nutritivos de la plantación.

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